No sé por dónde empezar esta historia, siento que siguiendo mi ridícula costumbre de los finales felices debo hacerla en retroceso, iniciando desde el día de hoy hacia el viernes pasado que sí fue un maravilloso día…
Me encontraba en el 7mo piso del hospital esperando pasar a mi paredón de fusilamiento, trágica comparación pero es que exactamente de esa forma se siente un interrogatorio oral. El reloj marcaba entre las 8 y 9 am cuando el horrendo hombre se aproximó al pasillo y con su ordinaria voz pronunció mi nombre, a continuación, tras el, entraría al pequeño salón donde mis tres verdugos me esperaban.
Apenas crucé la puerta me exigieron sentarme frente a ellos… El primero de los verdugos disparó, pero no logró herirme de gravedad, quizás porque todos los conocimientos adquiridos durante un semestre se concentraban en un escudo protector construido a base de una previa de 5.4… sin embargo, ahora era el turno del segundo verdugo, este tenía balas más potentes llenas de mala intención las cuales además se acompañaban de sus innatas miradas de desprecio.
Estaba empezando a sangrar pues él había encontrado un punto débil al que atacaba incesantemente, sin embargo no me rendiría y con mi frente en alto me defendería hasta el final. El tercer verdugo exigió continuar con el protocolo; de los tres este era más apacible, parecía tener una careta natural de músculos faciales con parálisis fláccida. Empezó a disparar, el único problema es que ya no eran balas, sino bombas algo para lo que nadie habría estado preparado. Sentía como mientras me desangraba el segundo verdugo se regocijaba.
Así como durante el fusilamiento pasa toda tu vida ante tus ojos, ante los míos pasaban todas aquellas horas haciendo historia tras historia clínica, todos los desvelos, todos los temas que había leído de 4 o 5 libros diferentes, todas las clases a las que forzosamente había asistido y el pánico que había experimentado incontables veces antes de entrar a hablar con un paciente… sentí la ira cuando mi tercer verdugo me acusaba de jamás haberme esforzado, me difamó lo cual hirió lo más débil de mi ser: mi espíritu y alma…
Ya estaba en el suelo, tan solo un último golpe y acabarían conmigo y por supuesto, el segundo verdugo reclamó hacerlo. Con unas últimas patadas y la satisfacción en su rostro se deshizo de mí y de lo que había construido...
“Los niños grandes no lloran”, me mentalicé en esa sabia frase de Luis Martínez, y esta niña grande no lloró, al menos no hasta el momento cuando abrió la puerta de su casa. No sé cuantas lágrimas he derramado el día de hoy, solo sé que están cargadas de mucha frustración y eso porque mi sentido de la justicia es muy alto, tanto, que no puedo soportar abusos del poder ni descargas de amarguras que yo no he causado…
…
Que diferente fue todo el viernes pasado… Por supuesto, era de esperarse que el jueves por la noche sufriera un colapso nervioso y que al fin cuando conciliara el sueño este estuviera lleno de pesadillas muy vívidas; y es que no era para menos, me sentía aterrorizada, el pánico me invadía cada vez que recordaba todos los mitos urbanos y comentarios negativos que rodeaban a mi jurado de esa ocasión: Luis Martínez.
Mientras me ponía la bata para entrar al hospital recordé la clase de circulación periférica (explicada maravillosamente por Luis Martínez) durante la cual mi cerebro me dijo: “pero no entiendo porque la gente muestra histeria por ese hombre, no parece ser malo, no debería molestarte si te interroga”; sonreí un poco ante la irónica situación, ya mi cerebro, quien ahora contenía información extraída de 5 libros, no me transmitía tanta seguridad…
Yo sería la primera de aquel día. Para las 9 am mis uñas tenían marcas de dientes y definitivamente mis arrugas frontales se habían consolidado un poco más. Repentinamente la puerta se abrió y salió el, con su seductora voz pronuncio mi nombre y me hizo un gesto de “sígueme”, fui tras él, risueña gracias a Mary quien con sus ocurrencias logro mi descarga de endorfinas…
Dos asientos, frente a frente… Luis Martínez olía bien, tenía aroma a hombre, en sus manos estaba mi historia, no me sentía asustada. Una vez más su voz seductora me lanzó la primera pregunta, muy fácil y predecible, y aunque mi explicación del signo de Rovsing estuvo algo huera, él supo complementarla MUY BIEN (créanme no estoy siendo sarcástica). Había empezado con pie derecho aquel interrogatorio lo cual me brindaba la seguridad necesaria para que todo siguiera de maravilla, y así fue a pesar de mis risitas nerviosas que creo hacían desaparecer la tensión y mis a veces muy graficas explicaciones de ciertas maniobras.
Obviamente todo salió a la perfección, mi calificación fue 7 lo que me permitió conformar con Johanna y Yeni “las chicas del 7”; ese viernes aprendi unas cuantas lecciones: la primera es que para comprobar el signo de Rovsing hay que mover hacia arriba todo el gas de la fosa iliaca y flanco izquierdo (risas); la segunda es que si logras hacer reír a un doctor en pleno interrogatorio tienes más posibilidades de que te deje hablar y divagar durante las preguntas y tercero: NUNCA CREER EN MITOS URBANOS, cada quien se hace una impresión de cada persona, y mi impresión de Luis Martínez se resume en un adjetivo: maravilloso.
Si, algunos pensarían que soy una aduladora pero no es cierto, simplemente este doctor es mi nuevo amor platónico (jajajajajaja)…. En fin, ciertamente fue mejor escribir en retroceso, ya las lágrimas desaparecieron y en su lugar hay una sonrisita infantil que delata una felicidad de poder tachar una asignatura más de mi pensum…
las fotos de abajo hacia arriba: 1)mi casa una noche antes del interrogatorio era zona de guerra 2)casi todas las historias clinicas que hice a lo largo del semestre 3)la vela que me facilito una lucecita para estudiar todas esas noches que sin luz electrica.
4 comentarios:
El semestres ahora que termina lo analizo mejor supongo que por no tener el estres de semiología en mi cabeza.. Me parece que fue el mejor semestre que he tenido... conocí los villanos de la pelicula que pasaron a ser amores paltonicos.. Personas encantadas de que los examines y hables con ellos para sacarlos un poco de ese problema que conocemos como enfermedad... Estudiar con velas aromáticas quizás ayudo para fijar tantas maniobras... y unir a la familia acá en la casa apenas se va la luz salimos de los cuartos todos como corcho a la sala...
Este semestre nos enseño que este gobierno es una mier...a
Nos enseño que Ulises en un co...madre..
Nos enseño hacer una historia :O! jajaja
y sobre todo nos enseño que unidos todo se puede!
ahhhhh y nos unió como las chicas del 7!! :)))))
y nos enseño que: ahhh luis martinez, que bello... jajajaja. te quiero yenix!
vivan las chicas del can... digo, las chicas del 7!!!
Situaciones como esa representan un mal que no es infrecuente... Lo cierto es que preparan a uno para resistir mas, o ser cada vez menos vulnerables de ser blanco de esas ametralladoras sujetas siempre al estado de humor de quienes integran el jurado. Es una historia que, estoy seguro, recoge la vivencia de muchos; y ésta, aunque nos juega malas pasadas, nos ayuda a aprender. Saludos :D
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