Viernes 18: como de costumbre mañanera me dirigía hacia la emergencia pediátrica, iría a realizar la evolución de cualquier pacientico… pase por la recepción y mire el televisor, Alemania estaba en medio tiempo. Entré a la observación; a mi derecha todo un pequeño cerro de historias clínicas que esperaban ser organizadas por el R1 y a mi izquierda los niños.
De alguna manera que no puedo entender, mi corazón se puso pequeñito y la melancolía me invadió. Pediatría había sido un calvario, solo las primeras 4 semanas con mi tutora anterior. Sin embargo, estas últimas 4 semanas en el servicio de emergencia habían sido realmente especiales. Y fue exactamente eso lo que le dije a mi tutora a eso del mediodía cuando pregunto que nos habia parecido la pasantía:
“Bueno doctora, realmente no creo que llegue a ser pediatra algún día, de verdad esto no es lo mío… Esta pasantía al principio fue para mí desesperante, en las consultas me aburría… pero cuando rotamos a este servicio todo cambio. Emergencia pediátrica me brindo la mayoría de mis oportunidades, aquí escuche roncus, sibilantes, crepitantes, mire rayos x, aprendí a realizar una evolución, así como también supe que es la PCR (proteína C reactiva), ausculte soplos, palpe hernias… esta rotación doctora me nutrió muchísimo…”
Y es que después de tanto rechazo hacia pediatría… terminé adorándola. Me quejé tanto de esta pasantía y ahora me muerdo la lengua y le agradezco por todo lo que contribuyo a formarme como doctora. ¡Al diablo con mi orgullo!, extrañaré pediatría, extrañaré hacer evolución a los niños mañana tras mañana, extrañaré las revistas que me suministraron tanto aprendizaje y extrañare interactuar con los niños… y aunque me tortura admitirlo, sé que mi verdadera vocación es ser pediatra.
Lunes 21: el segundo parcial arribaba inminentemente… el día estaba nublado producto de una lluvia desatada desde las 2:30 am, hora a la que me desperté a repasar un poco de antibióticos. Lo había tomado como buen augurio, pero, haciendo caso omiso de ello, el miedo me invadía a medida que subía los escalones del pediátrico.
Una vez en el piso de oncología, donde debía esperar al jurado, me sentí abrumada. Me sentía estúpida preocupándome por un parcial cuando hay cosas en la vida tan tristes como un niño con cáncer; y fue entonces cuando lei en una de las paredes “los derechos del niño con enfermedad terminal”, algo sumamente desgarrador, que impotencia ver un ser indefenso e inocente, que no ha visto ni experimentado absolutamente nada de la vida esté cerca de morir.
Reaccioné… ese parcial no era el fin del mundo. Repasaba ahora más tranquila, hasta que llegaron las doctoras del jurado… entré con la primera y todo marcho bien: “entonces, ¿Cuál es la diferencia entre el Rx de neumonía bacteriana y viral?”, todos los recuerdos se aglomeraron y mis horas en emergencia y observación pediátrica daban frutos cuando respondí: infiltrado consolidado en la bacteriana y difuso en la viral. La segunda doctora me recibió al tiempo que decía “tranquila, nosotras conversaremos, nada mas…”, me gusta cuando los doctores quieren ser tus ansiolíticos… Angela Millan, tienes 8… WOHOO!
Viernes 23: prefiero obviar lo ocurrido durante el examen final. La doctora que me interrogó logró exasperarme al punto de empezar a dar respuestas malhumoradas. Para ella nada era suficiente. Doctora, el refresco TIENE AZUCAR, no es un mito… pero quien discute con una mujer tan terca… lo importante de todo esto es que aprobé la rotación con 8, ¡un éxito total!
Viernes 02 de julio: pediatría fue… una montaña rusa. Ninguna rotación había sido tan emocional como esta, lloré, sonreí, me molesté, me exasperé, me enorgullecí luego de las palabras de la madre de una paciente “seras una gran doctora”, ¿seré?… sé que me pasé de quejumbrosa y es que adaptarse a pediatría cuesta, sobretodo a las 7am. Sin embargo, acepto que esta rotación me nutrió considerablemente, aprendí mas enfermedades, tratamientos, alimentación, vacunación y muy importante, tener paciencia ante una que otra madre irresponsable.
Hoy le agradezco a pediatría 1 no solo por sus enseñanzas, las que mis tutoras supieron transmitirme muy bien, sino también por contribuir a convertirme en una mejor persona. Naci para ser médico, naci para escuchar las preocupaciones de mis pacientes y naci para solucionar sus problemas. Quizás, también naci para ser doctora de niños (J me dijo que me ve como una pediatra) pero el tiempo será el que decida eso…
P.D: la foto, esas escaleras son lo primero que ves luego de atravesar el túnel comunicante Razetti - pediátrico, ¿acaso es una señal de lo que espera en los pasillos pediátricos?... no, el pediátrico es lindo… y la música… necesitaba algo motivacional.
5 comentarios:
jajaja Sis!!! Me encantó tu post!! me has dado muchas energías para esta rotación, espero disfrutarla mucho Wiiiii n.n
P.D: Amo esa canción!
Jajajaja, recuerda sis: no hay montaña muy alta! jajajaja... para esta rotacion, escucha un poco de música antes de entrar a examinar pacienticos, para que tus oidos muestren mas tolerancia al agudo llanto de los nenes! XD
Que bonito relato.
Me dieron ganas de ser medico... ^^
Irónico, lo que odias te puede llegar a gustar...
Sí, por eso dicen que hay una linea muy delgada que separa el amor del odio...
Gracias Nogard!...
:D Bello! bello! y si siempre lo dicho una de las mejores cosas de esta carrera la cual amo es... que me mostro lo feliz que soy!
Saludosss angelona!!!
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