El hospital de Guaraguao es sinceramente uno de esos lugares que considero perfecto como escenario donde se desencadenaría una invasión de zombies. Su infraestructura antigua, descuidada y semejante a sanatorio crea una atmosfera tétrica única, sin contar con sus alrededores boscosos donde nuestra protagonista podría tropezarse con alguna roca o maleza y ser devorada por los hambrientos muertos vivientes que la persiguen…
Fuera de todo el dramatismo holliwoodense que quise incorporar, realmente el hospital de Guaraguao si es un lugar tenebroso donde el más valiente de los humanos se asustaría hasta la medula de sus huesos… Y más que miedo, fue lamentable y muy deprimente presenciar todas esas barbaries que en mi incorregible inocencia jamás pensé serian posibles. Bestialidades, porque simplemente no puedo ponerle un nombre más sutil, que además de ser cometidas por negligencia, irresponsabilidad, desorden y desinterés, eran repetidas diariamente sin ser corregidas.
Mi paciencia disminuyo considerablemente al tiempo que mi frustración aumentó en el transcurso de lunes a lunes… ¿Cómo era posible que los internos del lugar no pudieran seguir una simple instrucción de la especialista?, ¿Cómo era posible que estas “doctorcitas” mostraran tanta indiferencia y apatía ante sus pacientes?, ¿Cómo era posible que un paciente empeorara progresivamente en un centro hospitalario, solo porque a estas internas no les daba la gana de seguir instrucciones?...
Todos esos días lloré al llegar a casa, supongo motivada por mi empatía hacia el mundo, sí, empatía hacia el señor que cada día se sentía peor de salud por culpa de una intoxicación digitálica mediada por doctores irresponsables, empatía hacia su esposa que estaba a su lado preocupada desde que amanecía hasta que anochecía, empatía hacia el ser humano que necesita ayuda, empatía hacia el dolor ajeno, empatía hacia la angustia y la ansiedad de las personas, empatía…
Comprendí entonces que mi vocación por esta carrera es mayor de lo que imaginaba; mis pacientes son ASUNTO SERIO, que no solo necesitan ser sanados, sino también respetados, escuchados y muchas veces comprendidos… ¿es muy difícil, internas inútiles que por lo menos atiendan adecuadamente a sus pacientes?, sinceramente, si yo fuese la reina de corazones rojos (Alicia en el país de las maravillas) ya doctorcitas buenas para nada les hubiese decretado “¡que le corten la cabeza!”
A pesar de esas cosas feas, la estadía en ese hospital no fue completamente un desastre… mi gula se ponía a prueba a diario, todos esos puestos de comida en la entrada desataban un hambre descomunal en mí que con gran esfuerzo era controlada… hasta ese viernes… y fui a comprar samba para merendar antes de entrar al seminario de los viernes, el cual estuvo muy bueno por dos razones: el expositor era “tieso” pero vaya que sabia controlar y hacer reír a la audiencia… y luego… pastelitos con jugo de naranja: “doctora, tome jugo de naranja” y como resistirme a “doctora” y “naranja” en la misma oración… y así desayuné dos veces, merendé una vez y mi cargo de conciencia fue aplastante… además de que, a mi no me regalaron un lapicero…
Foto arriba: la redoma para ir hacia Guaraguao, la que generalmente bordeaba en el carro de mi popopapa! papá de mi edad te quiero!... y otros dias la bordeaba en el carro de mi papá, dady te adoro!...
Foto abajo: CULPABLE! que verguenza de ti Angela!
Cancion: hey now now... porque vamos Down down en ese hospital...
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2 comentarios:
jejeje me encanto la forma del relato... Y bueno que pasen cosas asi en nuestros centros de salud es lamentable y que algunos piensen que la medicina bolivariana es mejor también... Nuestro país se derrumba y lo mas triste es que somos nosotros los que destruimos sus vigas...
tq hermana muy bueno!
Jajajaja gracias hermana!
Ciertamente, esas mujeres ahí rompen drásticamente todo lo que representa el ser médico... pero la cuestion es tomarlas como ejemplo a no seguir jamas!
Tq hermana!
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