Diciembre: puja María, puja!

¡EXPULSIVO! “María, ya el bebé va a salir, tienes que pujar”… acomodación al estrecho superior, rotación interna y expulsión… puja, vamos, ahí viene la cabeza, quítenme esa vaca del medio que necesito movilizarme por favor, y al buey también José; vamos María puja otra vez. Ok, ya está, no sigas pujando, (bebé llorando), María mira a tu bebé, es un varoncito, descansa que ahora vamos a alumbrar, José ¿será que cortas el cordón umbilical?... ok María, tu bebé esta sanito, José aguántalo un momentico; bueno María vamos con la placenta y te damos a tu bebé para que lo tengas en brazos. Ese hubiese sido el parto del niño Jesús si yo hubiese sido la obstetra que tratara a María.
Hoy, mientras me mecía en mi hamaca pensé en todo eso (sí, yo realmente tengo mucho tiempo libre), se imaginan aquello, las contracciones de María, el dolor, parir ahí en un establo o en una cueva, debió ser algo bastante rudo para una mujer. También reí al imaginar lo diferente que deberían ser los pesebres, ya vemos al clásico con María bien bonita, sin una gota de sudor y aunque con una vaca y un buey todo luce limpiecito, pero si fuésemos realistas, estaría la pobre María agotada tras el parto, José con la cara de susto de todo hombre que acompaña a la parturienta, una placenta por el piso del establo y el bebé Jesús todavía envuelto en lanugo, apoyándose en el pecho que se llena de leche de su madre.
Sea como sea, realista o utópico, es una hermosa tradición poner el pesebre, y cuando llega el 25 poner al niño en el centro del mismo. Y que se iba a imaginar María que cientos de años después, el día de su parto seria el día en que muchos niños alrededor del mundo abrirían los obsequios que el fruto de su vientre les regala por las noches mientras duermen…
Yo fui parte de ese ritual, me acostaba a dormir muy temprano, sin hacer ningún tipo de trampa, y al otro día corría a ver que me había traído el niño Jesús, sin embargo un día a muy temprana edad, un pensamiento llegó a mi cabeza (no sé de donde surgió, supongo ese “mucho tiempo libre” viene de antes…) que no era el niño Jesús quien me ponía esos regalos y sin rodeo alguno le pregunte a mi mamá y ella confirmó mis sospechas, era mi papá y mi mamá quienes en la noche ponían los obsequios a la pata de la cama.
Para mí no fue un trauma enterarme de eso, y espero que para aquel niño que esté leyendo mi blog sin ningún tipo de supervisión tampoco lo sea. Traigo esto acotación ya que hoy mi primita de 8 años se enteró de la tradición del niño Jesús; en su casa (en Estados Unidos) no suelen celebrar esto, entonces hoy le explicamos que el niño Jesús acá en Venezuela trae regalos a aquel niño que se porte bien, ella al no haber recibido nada se alarmó y decía que el niño Jesús no la quería… lo total es que termino escribiendo una “carta de emergencia” al niño Jesús de quien no conocía nada hasta hacía unos minutos para que por favor la recordara y le trajera unas galletas y chocolates…
Quizás, el niño Jesús no es aquel que trae las barbies, los carritos, los legos o alguno de esos obsequios materiales, pero particularmente me reconforta creer fielmente que el niño Jesús me trae todas esas cosas que el dinero no puede comprar, como el amor, la felicidad, la salud (no se vale decir que se compra con medicina) y que me protege a mí y a las personas que yo amo y eso es mucho más importante que un vano juguete.