Parece mentira que hoy sea el segundo aniversario de casado de mi hermano. Si, parece mentira que la vida haya estado ocurriendo tan rápidamente, que ya todos seamos residentes asiduos del territorio de los adultos, con responsabilidades y problemas propios de la vida real.
Hoy se celebra entonces unas bodas de Gossypium, cotonete o algodón. Me remonto a hace dos años, al día de la boda, durante el cual no había una sola persona que no estuviese sobreestimulada, también recuerdo la noche anterior a la boda cuando todos estábamos arrechos (con el perdón de la palabra) por razones que la novia (bueno actualmente la esposa) sabrá recordar.
Yo fui la madrina, lo cual siempre será un gran honor para mí ya que no todos ganan ese escalafón; escalafón que trajo consigo bastante polémica (aun no entiendo porque) lo que culmino en la tarde de un 22 de diciembre, cuando, tras terminar de vestir a la sonrojada novia, desde el carro de mi padre grité a su anonadada madre: “¡(nombre), ya te vestí a tu hija!”, no muchos entenderán la gracia de tal frase, pero yo al recordarla dejo aflorar la misma risita malévola de Pulgoso (perro patán de los autos locos) que se me salió en aquel instante.
Felicidad, amor, bailecito, más amor, mas felicidad, la hora loca, el liguero, el ramo, TEQUILA, mas tequila, felicidad y amor reinaron en una noche tan linda como esa… como madrina le deseo a mi ahijado (quien es mi hermano y mejor amigo) y a mi ahijada (quien es mi hermana Cullen, mi cuñada y mi mejor amiga) que en cada uno de sus días siga reinando el amor y la felicidad y repitiendo mis nerviosas palabras improvisadas de la boda: que me den muchos sobrinitos... ¡FELICES BODAS DE ALGODÓN!
Nota: como madrina debo agregar que la despedida de soltera fue un éxito y la recordaremos, a pesar de la súper borrachera, perdón, embriaguez de la noche, por siempre. Pulgares arriba para Angela como madrina de boda.
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