martes

Día de llevar a la sobrina al trabajo...


Luego de incesantes peticiones (no es cierto, no fueron tantas, no soy tan fastidiosa) mi tío Moncho me confirmó que el lunes seria el día ideal para acompañarlo a su trabajo en el hospital… mi tío quien es anestesiólogo me llevaría a un “All Access” a los quirófanos del HUAPA, donde presenciaría algunas intervenciones quirúrgicas… imaginaran que solo ese hecho me tenia emocionada, pero todo se incrementó cuando me dijo que “ese día estaremos trabajando con la gente de traumatología”…
Así pues el lunes a las 7am mi papá me llevó al hospital donde esperamos breves minutos el arribo de mi tío y fue cuando empezó la aventura. Caminamos y subimos al primer piso donde están los quirófanos (que maravilla que quirófano no quede en piso 5 como en el HULR) y donde percibí que mi tío es una persona muy querida. “Mi sobrina haga lo que la enfermera le diga, yo voy a cambiarme”, no estaba tan preocupada pues ya sé como es el movimiento en los vestuarios pero acá era diferente “bueno mi amor, toma aquí tienes tu monito, te quedas en pantaletas y sostén y te lo pones, allá esta el cuarto de las doctoras”.
Me gusta la desnudez, mas aun la de las mujeres pues nuestro cuerpo es maravilloso, no obstante no puedo sentirme “erótica” si no estoy en confianza. Así que al abrir la puerta del cuarto entré en pánico, estaban 6 doctoras que yo no conocía y frente a las cuales no estaba dispuesta a quitarme la ropa. Fui al baño pero no tenia puerta (joder) en el que tuve que meterme en el diminuto cubículo donde estaba el retrete para encontrar un poco de privacidad. En broma pensé “¿ves la ventaja que te llevan las mujeres que se acompañan al baño?”. Al salir al pasillo, Monchito me esperaba.
A partir de este momento todo empezó a ser divertido y pintoresco. Mi tío se encargó de presentarme a cuanto doctor, enfermera, residente o camarera pasaba; interpreté varios papeles: el de “esta es mi hija, la más pequeña de todas”, el de “esta es mi sobrinita”, el de “esta es la nueva doctora” y el de “esta es la nueva residente de anestesiología, yo le voy a dar clases particulares, ella va a ser mi alumna, de mas nadie…” (no puedo creer que el otro anestesiólogo se haya quedado pensativo acerca si era verdad o mentira lo de ser residente…).
Bien, entremos en materia, ¿Qué onda con las operaciones?, GENIAL. Un especialista, dos residentes y un indeterminado (no sé si era especialista o residente). Mi tío me enseñaba acerca de cómo anestesiar y posteriormente le exigió con mucha camaradería al traumatólogo que le explicara a la doctora (a mi) que hacían durante las intervenciones.
Pasé aproximadamente 8 horas y media ahí dentro. Horas durante las cuales me divertí y aprendí muchísimo y por lo que siempre estaré profundamente agradecida con mi tío Moncho.

Bien, ahora el resumen detallado, punto por punto de mi día:
Primero: creo que las 6 operaciones de trauma (aproximadamente) que presencie me permitieron ratificarla como la opción que encabeza mi listado de posibles especializaciones a futuro. Me fascina traumatología, ahí he encontrado el balance entre la relación “estado emocional-trabajo” que tanto he buscado. Trauma me produce adrenalina en una cantidad tan perfecta que no me lleva sentir estrés, en trauma las operaciones son variables, sin llegar a lo impredecible de cirugía, manteniendo un patrón que no cae en el aburrimiento. Trauma es artesanal, si, me encanta el hecho de trabajar con yeso, tornillos, cizallas, destornilladores, placar de acero, clavos y taladros, además de eso, creo que podría ayudarme a mantenerme en forma y liberar estrés debido a la fuerza bruta que hay que ejercer para acomodar un hueso. Me gusta trauma porque me haría romper un esquema, una persona como yo no suele encajar en una especialidad tan ruda. Estaba indecisa porque las residentes de trauma me parecían tan varoniles, hasta ayer al conocer a esta R3 tan preciosa, tan delicada con su tez tan blanca y perfecta y sus ojos verdes, me dio un aliento de esperanza, puedo ser niña y parecer niña y ser traumatólogo.
Segundo: trabajar con mi tío Moncho es fantástico. Es ese tipo de doctor animado y ocurrente que termina contagiando a todos a su alrededor y la atmósfera se torna liviana y agradable. Creo que eso fue uno de los factores que hizo esta experiencia tan bonita… me enseño de anestesiología, así como también me puso a intubar (que lindas son las cuerdas vocales) y estuvo siempre muy pendiente de mi. Gracias tío por llevarme.
Tercero: el HUAPA es demasiado bonito en comparación con el HULR, el área de quirófano es cómoda y bonita así como también entretenida, que fino es escuchar música (así sea horas locas) mientras operas…
Cuarto: “doctora” que dulce palabra, pero en HUAPA si se lo creían pues ahí no hay estudiantes de pregrado…
Quinto: todo un éxito…
Foto: yo saliendo de mis faenas en camino al carro de mi papá… mariana fue la fotógrafa…

1 comentario:

Quien sueña mientras camina!! dijo...

Que finoooooooooooooooo angelonaa!!
Seras una gran traumatologa...
Ya creo que adoro al tio Moncho!!
jejeje Y quiero conocer HUAPA!!!